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En posts anteriores ya hemos venido subrayando las bondades de la bicicleta para el medio ambiente, ya que se trata de un medio de transporte que no emite gases de efecto invernadero. En sí, la bicicleta no tiene ningún efecto positivo para el medio ambiente, pero sí si lo contemplamos como un medio de transporte sustitutivo del coche, la moto o el transporte público.

Además, la bicicleta es un medio de transporte muy económico, su coste es mucho inferior al de un coche, por no hablar del mantenimiento, los seguros, la gasolina, el parking, los impuestos de circulación… Por otro lado, la bicicleta, además de no contaminar, es uno de los pocos vehículos que no emite gases ni ruidos. Con lo que además de la contaminación ambiental, también evitamos la contaminación acústica.

En las grandes ciudades la congestión del tráfico, los atascos en las calles y la ralentización del transporte público están a la orden del día. Tras realizar diferentes comparativas entre medios de transporte, se ha comprobado que la bicicleta es, junto a la moto, la que menos tarda en desplazamientos “puerta a puerta” no superiores a 5 kilómetros.

Mención aparte merecería el impacto de la bicicleta en la salud, ya que este es otro de sus principales beneficios. En 2011 el diario inglés The Guardian publicó un artículo en el que explicaba que, en Barcelona, los ciclistas al usar el servicio barcelonés de bicicletas públicas Bicing habían evitado la emisión de 9.000 toneladas de dióxido de carbono y, de esta forma, habían salvado más de 12 vidas al año desde que este sistema se introdujo en la ciudad condal.