En la actualidad, las personas cada vez son más conscientes de la impronta que sus acciones dejan en el medio ambiente. Es por ello que se decantan por el bioconsumo eligiendo productos que procedan de la naturaleza y que a su vez no sean finitos, sino renovables. Además, el ciudadano valora tanto que el producto sea eficiente como que una vez finalizado su ciclo útil de vida, éste pueda ser reciclado. De esta forma, los residuos se convierten en nuevos recursos, hecho que alimenta la economía circular.

Y es que el ciudadano tipo cada vez tiende más por un consumo responsable, teniendo en cuenta una serie de factores a la hora de seleccionar determinados productos y servicios. Ya no sólo tenemos en cuenta la calidad y el precio a la hora de realizar una compra, sino que también analizamos su impacto ambiental y social, así como la responsabilidad social corporativa de las empresas productoras, incluyendo sus políticas medioambientales.

Con respecto al papel y al cartón hay que señalar que, en su mayoría, se trata de productos naturales, renovables, reciclables y biodegradables. Es por todas estas características que este material cada vez se emplea más con el objetivo de sustituir a otros, sólo hay que pensar en cómo las bolsas de papel han desbancado a las bolsas de plástico o en cómo cada vez más los envases se fabrican a partir de cartón. Además, no hay que olvidar que el papel usado que por sus características ya no es apto como materia prima, y por lo tanto no entra en el circuito de reciclaje, puede ser empleado como combustible. Así se cierra el ciclo sostenible del papel.