Debido a la pandemia de COVID-19, después de que la economía mundial se viera obligada a paralizarse, la mirada de todos se centró en el «nuevo mañana». La comunidad científica cree que si no cambiamos las prácticas económicas que son dañinas para el medio ambiente, las epidemias volverán. La recuperación económica debe coordinarse con la protección del planeta.

 Esta protección del planeta debe basarse en una serie de pilares. Entre ellos, apuesta por industrias sostenibles basadas en la economía circular. Según datos de la Comisión Europea, sólo el 12% de los materiales utilizados en la industria provienen del reciclaje, y la propia industria representa el 20% de las emisiones totales de la UE. La estrategia industrial de la Comisión Europea contenida en el Pacto Verde indica que las empresas recibirán asistencia para modernizar sus procesos y estimularán la producción de reciclaje con cero emisiones.

 Otro de los pilares de este cambio es la energía limpia. La producción y el uso de energía representan más del 75% de las emisiones de efecto invernadero de la UE, por lo que el objetivo es descarbonizar el sector a través de la modernización de la infraestructura y la promoción energética y priorizar el uso de energías limpias y renovables y la ecoeficiencia.

 Acelerando la transformación ecológica de las industrias

Tratar el agua en condiciones ambientalmente correctas para devolverla al medio ambiente, tratar adecuadamente los desechos que limitan la contaminación del suelo y encontrar soluciones energéticas más eficientes que produzcan menos emisiones de dióxido de carbono son ejemplos básicos para este cambio.

 Dentro del reciclaje se destaca la generación de energía renovable gracias a los residuos, como puede ser la generación de vapor a través de biomasa. Otro ejemplo es la transformación de residuos en nuevos materiales, reduciendo alrededor del 80% de las emisiones con respecto al plástico virgen. Se puede aprovechar al máximo el potencial de reciclabilidad de los envases que procesamos, dando vida de forma reiterada a los envases alimentarios, aprovechando los tapones y las etiquetas para posibilitar la fabricación de cajas de fruta o piezas para el sector de la construcción, valorizando energéticamente sus rechazos.

La transformación ecológica y la transformación digital jugarán un papel fundamental y prioritario en el reinicio económico y la modernización. Invertir en la integración de tecnologías verdes y sistemas digitales contribuirá a la resiliencia de las ciudades, la descarbonización de las industrias y la sostenibilidad de los recursos. Pero esto no es suficiente. La voluntad de todas las partes involucradas en hacer realidad este cambio — gobiernos, empresas e incluso la sociedad en general — es igualmente importante, o incluso más importante, para que la temperatura media no siga aumentando. Debemos cambiar fundamentalmente nuestra actitud hacia los recursos y luchar por construir un nuevo modelo de desarrollo económico y social que sea más eficiente, más equilibrado y más sostenible. Combinemos nuestros esfuerzos y capacidades para que la próxima generación pueda disfrutar de nuestro planeta como lo conocemos ahora.

Energía renovable y sostenibilidad

Como hemos comentado al principio, la generación de energía es la culpable de la mayor cantidad de emisiones de gases nocivos. Por suerte, desde hace unos años estamos dando el paso a la instalación de sistemas de energía renovable, no sólo a nivel doméstico, sino también industrial.

Por suerte, la normativa tanto europea como nacional obliga a industrias e inmuebles a cumplir con una serie de requisitos de energía renovable, como puede ser la instalación de sistemas de energía renovable para el agua caliente sanitaria en edificios de nueva construcción.

Está claro que las empresas nacionales buscan el máximo beneficio económico, por lo que los sistemas de energía renovable son una gran solución, no sólo para reducir las emisiones nocivas, sino también para reducir los gastos y, por tanto, aumentar los beneficios.

Por suerte, el coste de las instalaciones de energía renovable, como los paneles solares, se ha reducido en más de un 80%. Es cierto que siguen siendo instalaciones muy costosas pero, una vez recuperada la inversión, la posibilidad de alcanzar el autoconsumo hace que desaparezcan las facturas de energía. Además, la reducción de precios hace que su inversión se recupere en unos 5 a 7 años.