Los españoles cada vez somos más conscientes de la necesidad de reducir al mínimo posible la cantidad de alimentos que terminan en la basura. Así se constata a través de los datos recogidos en el “Panel de cuantificación del desperdicio alimentario en hogares”, enmarcado a su vez en la Estrategia “Más alimento, menos desperdicio”, puesta en marcha por el Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente en 2014.

En este panel se recogen las cantidades de alimentos desperdiciadas, tanto los que han sido comprados tal cual por el consumidor como aquellos que han tenido que tirarse una vez cocinados. Entre octubre de 2015 y septiembre de 2016, los hogares españoles arrojaron a la basura 1.245,9 millones de kilos de alimentos en condiciones de ser consumidos (24 millones de kilos semanales), lo que viene siendo 80,1 millones de kilos menos, suponiendo una reducción del 6%. Por lo que la proporción de desperdicio alimentario es del 4,3% sobre el total de los productos adquiridos.

Respecto a la comida desperdiciada, el 85,6% se corresponde con alimentos sin procesar, siendo los más desechados las frutas, las verduras, las hortalizas y el pan, y el 14,4% con alimentos ya cocinados, tirados directamente del plato o de la nevera.

En este “Panel de consumo” también se observa que el gasto total de los hogares españoles en alimentación se incrementa en un 0,1%, ascendiendo a 67.095,5 millones de euros. Destaca la mayor presencia de productos frescos en nuestras mesas (con un 41%) a los que se destina un 44,1% del presupuesto.

Además, el supermercado se erige como el canal preferido por los consumidores para hacer las compras de alimentos, representando el 45,1%, pero el comercio especializado sigue siendo la opción que gana peso para adquirir productos frescos. No obstante, criterios tales como la calidad, la proximidad y los buenos precios son los protagonistas a la hora de elegir el establecimiento de consumo.