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Desde que las personas tiran sus desechos en los contenedores de recogida selectiva (papel y cartón, plásticos y latas, vidrio, orgánico…), los residuos atraviesan por un largo recorrido hasta que se convierten en abonos, nuevo papel o nuevos envases fabricados a partir de material reciclado.

La recogida se lleva a cabo por medio de camiones especializados y preparados para esta tarea, que tras llegar a la planta de reciclaje depositan los residuos en contenedores donde en un primer momento se separan los desechos orgánicos de los reciclables mediante una serie de filtros.

Los residuos orgánicos pasan a una nueva planta donde, después de varias limpiezas, se someten a un proceso de compostaje que mediante el cual se convierten en abono sin dañar el medio ambiente.

Los residuos reutilizables que no se han separado de forma correcta en el contenedor correspondiente se clasifican de forma manual en vidrio, papel y plástico. Posteriormente se trasladan a unos almacenes en los que el metal se separa del resto de los residuos por la fuerza de varios electroimanes de grandes dimensiones.

Tras esta selección una parte de los desechos irán a un vertedero controlado. El resto pasan a ser tratados por determinadas empresas de distribución y preparación de materiales reciclados para su reutilización.