La acumulación de los residuos se ha convertido en una grave problemática para las sociedades modernas. Cada vez generamos un mayor volumen de desperdicios y, por tanto, su almacenaje y procesamiento supone un mayor nivel de esfuerzo. 

Por este motivo es tan importante apostar por la inclusión del reciclaje en nuestro día a día, con este proceso podemos evitar que los residuos se acumulen y tarden una cantidad considerable de años en degradarse. 

Esta última cuestión seguramente te sonará, pero aún así en esta ocasión queremos contarte cuánto exactamente tardan en degradarse cada uno de los materiales que usamos en nuestra vida cotidiana. De esta forma, podremos ser mucho más conscientes de lo que supone no llevar a cabo ninguna acción de reciclaje.

Existe una gran cantidad de residuos, unos más contaminantes que otros y con un mayor periodo de degradación. Esto último depende de varios factores como las condiciones ambientales del lugar en el que estén depositados los residuos. 

Los desechos humanos tardan en descomponerse entre 3 y 4 semanas, siendo el tipo de residuo que menos tiempo emplea en este proceso. Por otro lado, el papel, los vasos desechables, las latas y aluminio poseen un periodo mucho más largo, entre 1 y 30 años. 

Los plásticos, en concreto las bolsas, son uno de los residuos más contaminantes ya que su permanencia en nuestro planeta se sitúa entre los 150 y 300 años. El problema de este tipo de residuos reside en que están fabricados con tereftalato de polietileno (PET), un material que los microorganismos no pueden atacar. 

Algo parecido sucede con las pillas, cuando la capa protectora que las recubre se degrada, se liberan una serie de metales, provocando graves consecuencias medioambientales. Además, el metal por el que están compuestas, el mercurio, produce graves desórdenes del sistema nervioso en los seres vivos si se incluye dentro de la cadena alimenticia. 

Entre los residuos que tardan más de 100 años en descomponerse se encuentran los mecheros, tanto de plástico como de acero. Además de ser muy contaminantes, los componentes que se encuentran en ellos como el zinc, el plomo o el cadmio, hacen que su proceso de desaparición sea muy lento. 

Pero sin duda, el residuo que tardan más en degradarse es el vidrio, con una duración de 4.000 años, aunque las botellas de vidrio se rompen en fragmentos de manera muy sencilla, precisamente esos fragmentos permanecen en la naturaleza durante un prolongado periodo de tiempo.