Según, Enrique Isidro, presidente de ASPAPEL, “la cadena del papel es el perfecto ejemplo de la importancia de una industria fuerte, con un poderoso efecto motor sobre la economía, que aporta estabilidad, que juega un papel fundamental en la I+D+i y en la exportación y crea empleo de calidad”.
Ya que en la última década y pese a la crisis, el sector papelero español invirtió casi 2.200 millones de euros, una inversión media anual del 5,1% de su facturación. Además, las inversiones del sector en 2016 ascendieron a 228 millones, lo que supone un 5,5% de la cifra de negocio. Se trata de inversiones destinadas fundamentalmente a aumento de la capacidad de producción, reducción de costes y renovación tecnológica e innovación, así como calidad y medioambiente.
Utiliza materias primas locales, frente al déficit de materias primas de nuestra industria. En un escenario industrial de severo déficit de materias primas, el 97% de la madera y el 69% del papel para reciclar que utiliza la industria española para producir papel es de procedencia local. La madera que se utiliza para la fabricación de celulosa procede de plantaciones locales de pinos y eucaliptos. Según datos de la FAO, España es el tercer país de la UE en superficie forestal.
Con respecto a la otra materia prima básica del sector, el papel que tras su uso se recoge para reciclar, el 69% del papel que recicló en 2016 la industria papelera española era de procedencia local y el 31% restante se importó fundamentalmente de países limítrofes.
El empleo en la industria del papel es fijo en un 86% y cualificado. El 64% de los trabajadores tienen estudios secundarios o superiores. El sector de la cadena del papel es un buen lugar para trabajar. Un sector tecnológicamente a la vanguardia, protagonista de la economía circular y la bioeconomía, que nos trae la industria del futuro en la nueva era de la fibra de celulosa.
La industria de la cadena del papel en España como bioindustria basada en un recurso renovable y referente de un nuevo modelo industrial basado en la economía circular se postula como motor de reindustrialización sostenible.
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