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Una de las aspiraciones máximas del reciclaje es que empecemos a ver los residuos como recursos, además de sustituir la palabra desechar por aprovechar. Y no se trata sólo de un cambio en el lenguaje, sino de cambios de hábitos que finalmente se conviertan en rutinas y que terminen por interiorizarse y arraigarse. Es básico recuperar de nuevo para el proceso productivo desechos que ahora terminan en el vertedero y reducir así el volumen global de basura generada.

Cuando hablamos de basura, por inercia, pensamos en la doméstica, la que sacamos cada noche de nuestra casa, aunque en realidad, ésta sólo representa el 20%. El grueso, el 80% restante proviene de la que se genera en la actividad industrial.

Por este motivo debemos caminar hacia un modelo de economía circular, cambiar la cultura del “usar y tirar” por otra en la que nada se desecha y todo se aprovecha. Para esto, promover el reciclaje es fundamental. Debe hacerse una campaña continua de concienciación, donde el mensaje no sólo se centre en reciclar más, sino también en hacerlo mejor, es decir, mediante una correcta separación de los residuos.

En el sector industrial también es importante llevar a cabo actuaciones de educación y sensibilización, ya que uno de los problemas más flagrantes para un correcto aprovechamiento es la mezcla de materiales, hecho que dificulta, y en ocasiones impide, su recuperación. En este caso, es primordial que las empresas separen todos los residuos que puedan ser valoralizables, dejando los impropios a un lado, haciendo hincapié en el caso de los desechos provenientes tanto de la demolición como de la construcción, donde es esencial si se quieren obtener productos de calidad.