incendio

España y Galicia, en particular, está sufriendo a lo largo de este verano graves incendios forestales. Su impacto ecológico es considerable, ya que se destruye biodiversidad, aumenta la desertificación, disminuye la calidad de las aguas y también de la atmósfera, por no mencionar que recuperar estas zonas puede llevar décadas.

Se calcula que entre el 80% y el 90% de los incendios son causados por el ser humano, bien de forma accidental o intencionada. Estas cifras sobrepasan la capacidad de recuperación natural de las especies, lo que trae como consecuencia problemas de supervivencia. Por lo que la biodiversidad de la zona incendiada experimenta cambios en su estructura y en su composición.

Pero, el impacto medioambiental de los incendios forestales no se limita a la biodiversidad. Un incendio incide de manera similar en suelo y agua, ya que ambos están relacionados. La tierra queda casi estéril, por lo que el suelo se vuelve más impermeable e impide la penetración del agua en su interior. El manto vegetal desaparece, y con él, la barrera natural que retiene el agua. Además, un incendio trae consigo gases, incluidos los de tipo invernadero, como el dióxido de carbono (CO2), que acaban también en la atmósfera.

A esto hay que añadir los costes económicos que se derivan de todo incendio forestal. La madera, así como sus productos derivados, junto con los productos alimenticios de la zona, ya no pueden aprovecharse. El ecosistema pierde su atractivo tanto para las actividades de ocio como para las de turismo. Además, a esto hay que añadir el coste económico de las labores de regeneración.