La basura que se almacena en los contenedores posee dos vías de salida. Por un lado, puede acabar en una planta de reciclado o almacenándose en algún lugar. En relación a esta segunda situación, los residuos pueden acabar en un depósito de basura, un agujero abierto en el suelo donde se entierra la basura o en un vertedero, una estructura que sigue un diseño determinado para aislar la basura del medio ambiente que la rodea.

En esta ocasión os traemos la caracterización de los dos tipos de vertederos que existen y cuáles son sus principales diferencias.

En primer lugar debemos hacer referencia a cómo funcionan los vertederos. La basura que se almacena en estos lugares permanece en ellos por un tiempo prolongado. Esto ocurre por el poco oxígeno y humedad de este tipo de instalaciones, lo que hace que tarden más tiempo en descomponerse. El objetivo que se persigue con los vertederos no es la descomposición de los residuos, sino su entierro, aislamiento y almacenamiento.

Por ese motivo, cuando se excava un lugar así se puede encontrar información y objetos de hace muchas décadas. Además, al cerrar un vertedero, debe hacerse un seguimiento de todos los elementos que lo rodean durante 30 años, especialmente para controlar que el agua subterránea de su alrededor no acabe contaminada.

Existen dos tipos de vertederos: los incontrolados y los controlados.

-Vertederos incontrolados. Suelen estar en cualquier lugar retirado y en ellos se depositan residuos sin control. Por desgracia, se trata de una extendida e imprudente práctica. Lo ideal sería poder hacer desaparecer este tipo de lugares para dejar paso a vertederos mejor gestionados.

-Vertederos controlados. Tal y como lo dice su propio nombre, en este caso los residuos se depositan en lugares específicos, preparados de manera previa para el almacenamiento de basura. A diferencia de los vertederos incontrolados, estos cuenta con un marco legal y una regulación que establece las normas a seguir, los controles que se deben realizar y las autoridades responsables de este tipo de recintos.

El objetivo número uno de los vertederos controlados es la eliminación o el almacenamiento de todo tipo de residuos complejos evitando sus posibles efectos negativos sobre el medio ambiente. A pesar de no poder reutilizar estos materiales ni aprovecharlos, se consigue minimizar su impacto sobre el entorno y, sobre todo, se aprovechan los gases generados por la descomposición y, más a largo plazo, se reutiliza la zona para otros fines.