Aunque no vamos a la cabeza de países europeos como Noruega sí que hay experiencias en distintos festivales de España que demuestran que algo está cambiando. Reciclado de vasos de plástico para evitar la acumulación de basura, comida orgánica y vegetariana, uso de bicicletas para desplazarse dentro del recinto… éstas son algunas buenas prácticas que están adquiriendo mayor presencia en algunos festivales de nuestro país.

En el Low de Benidorm, una de las citas musicales con más afluencia se promueve el uso de vasos reutilizables en todas las barras. Cada persona paga una pequeña fianza y, al final de la jornada recupera una parte mientras que otra se la queda el festival que la destinará a proyectos relacionados con el reciclaje y la reducción de la huella de CO2. El festival también realiza una recogida selectiva de residuos y se ocupa de su posterior reciclaje. Otras acciones pasan por dar prioridad a los proveedores locales, contar con un camping oficial con certificado europeo Eco-Label y fomentar el uso de transporte público y de la bicicleta.

En Madrid, el festival Dcode insiste en la movilidad sostenible con el uso del metro o el autobús para acercarse a su recinto y colabora con la web BlaBlaCar para instar a sus asistentes a compartir sus coches. Desde el 2014 y con la ayuda de la consultora experta en el desarrollo de eventos sostenibles miden las emisiones de CO2 asociadas al consumo de electricidad de los escenarios, montaje y desmontaje del recinto, desplazamientos de los artistas, y las compensan con proyectos relacionados con energías renovables. Esta estrategia les ha ayudado a conseguir un premio al festival más sostenible en la última edición de los Premios Fest, que promueve la Asociación de Promotores Musicales.

Bona Nit es otro de los ejemplos de festivales con buenas prácticas. Este festival barcelonés de marcado carácter familiar, cuenta también con dos premios A Greener Festival que concede la firma británica del mismo nombre. Iluminación LED en el escenario y resto de zonas, papel reciclado para todo lo relacionado con su imagen, alimentos ecológicos y, sobre todo, el uso del propio festival como un vehículo de concienciación. Talleres de cocina para niños y padres donde fomentan el consumo de frutas y verduras son un ejemplo de ello.