A estas alturas nos hace falta que hagamos énfasis en que el reciclaje es crucial, pero en lo que sí vamos a detenernos y hacer hincapié es en la reparación, acción básica para disminuir la huella humana en el planeta y que en ocasiones pasamos por alto.
Y es que desde el mismo momento de la conceptualización del diseño de un producto, éste debe ser pensado como fácilmente reparables, para ampliar así su ciclo de vida, con la consiguiente reducción del consumo de materiales, así como todas sus cargas medioambientales asociadas.
Según la Comisión Europea la reparación es la capacidad de restablecer la funcionalidad de un producto tras la aparición de un fallo. Por lo que para poder evaluar la reparabilidad de los productos, ha desarrollado el Sistema de Puntuación de Reparación, que se basa en tres pilares.
–Análisis de las partes del producto que son más importantes para ser reparadas debido a su principal funcionalidad y/o su probabilidad de fallar.
–Evaluación de aquellos parámetros clave que influyen en la reparación de los productos, aquí se tienen en cuenta aspectos como la disponibilidad de las piezas de repuesto, la facilidad de acceso a las mismas o la información sobre la secuencia de desmontaje.
–Definición del sistema de puntuación basado en los parámetros técnicos seleccionados.
Como ya avanzamos al principio, la etapa de la concepción del diseño del producto es fundamental a la hora de garantizar artículos duraderos y reparables, de hecho el ecodiseño se erige como una tendencia al alza, no se trata de una moda pasajera. Pero no hay que quedarse solo en el ecodiseño, también es preciso aumentar la información sobre la reparabilidad de un producto para que el consumidor disponga de una mayor información tanto sobre la durabilidad como la reparabilidad y en base a ella pueda tomar decisiones. En definitiva, se trata de alargar la vida útil tanto de materiales como de productos finales con el objetivo de impulsar la economía circular.
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