Ya hemos hablado en este blog en alguna ocasión de la obsolescencia programada, pero a decir verdad, tampoco es que hagamos mucho para luchar contra ella. Siempre queremos estar a la última en lo que a tecnología se refiere y no nos tiembla el pulso a la hora de cambiar de ordenador, de móvil, de televisión… Rara vez nos planteamos reutilizar, reparar y reciclar estos dispositivos electrónicos.

Los móviles se llevan la palma, con la particularidad de que, en muchos casos, quedan abandonados en los cajones de las casas, cuando su destino debería ser la reparación o bien los lugares habilitados para su recogida (distribuidores o puntos limpios) con el objetivo de reciclar sus componentes.

Investigadores de la Universidad Jaume I han realizado un estudio para saber qué hacen las personas cuando sus dispositivos electrónicos dejan de funcionar. La tendencia habitual es el abandono en el propio hogar, así lo asegura el 73,91% de los encuestados. Mientras que el 65,5% nunca ha llevado a reparar un gadget y el 87,6% nunca ha adquirido uno ya utilizado.

Es importante tomar conciencia de la necesidad de reparar y reutilizar los dispositivoselectrónicoscomo una medida básica para proteger el medio ambiente y, cuando estos dos pasos no son posibles, la opción debe ser el reciclado. En definitiva, alargar la vida útil de los productos.

La realidad es que cuando la población se deshace de artículos de estas características, acaban en muchos casos en el cubo de la basura. Una práctica con riesgos debido a sus componentes tóxicos y peligrosos. Se estima que sólo se recupera y se recicla el 20% del total.

A nivel mundial, cada año se generan 44,7 millones de toneladas de basura electrónica, alrededor de 6,1 kg por habitante y año. Según el Observatorio mundial de los residuos electrónicos de 2017, se prevé que este volumen alcance los 55,2 millones de toneladas métricas, esto es, en torno a 6,8 kg por persona para el año 2021.