La problemática del exceso de plásticos en el planeta es uno de los principales desafíos ambientales de nuestra época, ejemplo de ello es que en 2020 se generase un 900% más de plásticos, en comparación con 1980. Esto hace que la búsqueda de nuevas formas de reducir y reciclar estos materiales, resulte fundamental para proteger el medio ambiente y la vida en la Tierra. Afortunadamente, se ha avanzado significativamente en este campo gracias a la labor de expertos investigadores.

En particular, destaca un estudio realizado en 2016 por un equipo de investigadores británicos en colaboración con un equipo estadounidense. Estos descubrieron una bacteria (Odeonella sakaiensis), presente en la saliva de los gusanos de la miel o gusanos de cera, que les permite digerir el polietileno, uno de los plásticos más abundantes. El estudio señaló que estos insectos pueden reducir el 92% de una bolsa de plástico en tan sólo 12 horas.

Estos resultados motivaron a otro equipo a investigar los gusanos de la harina. Estos insectos, moradores de granjas y almacenes, también poseen una bacteria que les capacita para digerir plástico sin ser perjudicados por ello. Las únicas diferencias, respecto a los gusanos anteriores, son que la bacteria está presente en su estómago y que, una vez digerido, el plástico es transformado y expulsado como un fertilizante.

Por otro lado, un instituto de investigación británico lleva examinando a los gusanos morio (o gusanos de la reina) desde 2019. Estas larvas, menos estudiadas que las anteriores, demostraron contar con la misma enzima digestiva; así como su especial preferencia por la espuma de poliestireno. Al igual que los gusanos de la harina, estos no resultaron dañados por esta ingesta; siendo capaces de digerir cerca del 80% del plástico suministrado en 24 horas.

Estos descubrimientos resultaron cruciales, pues, sirvieron de inspiración para nuevas investigaciones; por ejemplo, aunque no se observó ningún impacto negativo sobre estos invertebrados, los científicos decidieron comenzar a sintetizar esta enzima para crear un compuesto más potente, con las mismas propiedades, y prescindir de estos animales y así no influir, a largo plazo, en su fisiología, anatomía o conducta. 

Sin embargo, todavía hay muchas especies que no se han estudiado y que podrían tener capacidades similares para digerir y reciclar los plásticos; por lo que es necesario continuar investigando y desarrollando soluciones innovadoras para abordar esta problemática.